La flexibilización laboral ha llegado al sector docente, donde los trabajadores soportan la reducción de salarios, el aumento de las horas de trabajo, junto con la imposición del neotaylorismo. La precarización laboral en el mundo educativo tiene la misma finalidad que la flexibilización en cualquier sector productivo, esto es, aumentar las ganancias vía el incremento de la productividad de los trabajadores. Aunque resulta extraño usar la noción de productividad para referirse a los profesores, no lo es tanto, porque en la nueva jerga empresarial el Banco Mundial concibe la educación como un negocio en el que se «fabrica capital humano». Paralelamente, se aplican en las instituciones educativas programas de productividad y calidad de estilo empresarial para determinar los niveles salariales a partir del rendimiento individual de los trabajadores, así como rendición de cuentas y estímulos personales. Por su parte, la imposición del neotaylorismo pretende que los profesores asuman una demanda creciente de estudiantes, y para hacerlo posible se fragmenta el acto educativo, que ya no será impartido de manera prioritaria en las aulas sino a distancia, a través de Internet.
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